Un caso de curación por hipnosis (1892-93).

Freud expone un caso aislado de sugestión hipnótica.

El caso se trata de una madre que fue incapaz de amamantar a su hijo antes que se interviniera bajo sugestión hipnótica.

El sujeto de este caso es una señora de 20-30 años de edad, la cual Freud conocería con anterioridad. La diagnostica con una histeria ocasional. De esta familia Freud conoce a la madre, quien en modo alguno era nerviosa, y su hermana, sana. Un hermano habría padecido neurastenia juvenil.

Algunos datos: Paciente esperaría su primer hijo de su feliz matrimonio, y concibió de amamantarlo ella misma. En esta tarea presentó dificultades, presentando dificultades para otorgar la leche al niño, siendo esta poco abundante, le causaba dolores poner al niño al pecho, etc. El niño sería entregado a una nodriza, y así desaparecerían los síntomas nocturnos (excitabilidad e insomnio). Tres años después nace segundo hijo, y que provocarían efectos incluso acrecentados respecto a lo ocurrido con su primer hijo. No recibía alimento, no irritaba cuando veía venir a su hijo. Brenes y Lott, que eran los médicos tratantes, habrían sugerido sugestión hipnótica para esta situación.

Freud acudiría, según se entiende, al domicilio. Describe a una mujer cansada, algo irritada, y con escasas esperanzas y fe en el mismo Freud. Se aplicaría hipnosis y luego la correspondiente sugestión, realizando el apalabramiento respecto a los síntomas. Al atardecer del otro día, la paciente habría recuperado el apetito, habría dormido y amamantó al niño sin problemas. Sin embargo, al almuerzo, algo que le pareció excesivo, la llevó a los vómitos y con ello volvieron los síntomas anteriores.

Freud procedería a una segunda hipnosis, y se planteó a si mismo ser más enérgico y reasegurador. Le realiza sugestión respecto a reclamar a los demás en torno a la temática de los alimentos. Luego que se va, se entiende que vuelve a comer normalmente, amamantar al hijo, etc., y además comienza a reclamarle a la madre cosas que antes no había dicho o expresado. Desde ahí en adelante, no tendría problemas con este hijo.

Un año después, la paciente se enfrentaría al nacimiento de otro hijo, volviendo a presentar las dificultades antes mencionadas. Freud aplicaría dos hipnosis ante una paciente que estaría anoréxica y enojada consigo misma, por no poder alcanzar por voluntad propia estas tareas que se imponía. La pareja más tarde revelaría que existía vergüenza por parte de la mujer en relación al método hipnótico, entendiendo este como su falta de potencia para lograr algo de forma voluntaria.

Luego de expuesto detalles a nivel del caso, Freud propone elucidar el mecanismo psíquico de aquella perturbación que la sugestión pudo eliminar.

Parte planteando que existen representaciones a las que se conecta un afecto de expectativa, siendo estas de dos clases: designios, representaciones de que el médico hará esto o esto otro, y expectativas, que se relaciona respecto a lo que sucederá con lo que haga el médico. El afecto que aquí se anuda depende de dos factores, siendo el significado que posea para el médico -Freud en este caso- el desenlace, y por otro lado el grado de incertidumbre de aquella expectativa. La incertidumbre subjetiva, la expectativa contraria, se definirán como “representaciones penosas contrastantes”. Freud ejemplifica las representaciones de designio: “No conseguiré realizar mi designio porque este o esto otro es demasiado difícil para mí, soy inepto para esto, y sé que otras personas en estas circunstancias han fracasado”. En segundo lugar, están las expectativas, que es pensar en todas las posibilidades otras que me pueden suceder, menos la que yo deseo.

Freud así parece mencionar que en las neurosis se presentaría justamente la presencia primaria de una tendencia a la desazón, que se puede observar en la melancolía. En un estado sano del sujeto, están suelen ser sofocadas e inhibidas, se las excluirían de las asociaciones. Se señala que, aún más, en las neurosis las representaciones contrastantes con el designio reciben gran atención, siendo unas de las probables causas que esta se adecuan a la tonalidad talante de la neurosis, o quizás que en este espacio se producen representaciones contrastantes que de otro modo serían interceptadas.

Se entiende que es una inclinación pesimista general en el status nervous simple; en la neurastenia, provoca desencadenaría en fobias.

Una vez que son trasferidos estos designios, provocan la manía de duda (folie du doute), la que llevarían a que un individuo tenga desconfianza de su propia operación. En este punto se diferencian neurastenia e histeria.

Por parte de la neurastenia, la representación contrastante patológicamente acrecentada se enlaza con la representación-voluntad en un solo acto de conciencia, sustrayéndose de esta representación y engendrando la debilidad de la voluntad. En el caso de la histeria, esto diverge en dos puntos principales. Como corresponde a la histeria, la disociación en la conciencia, que termina siendo la inclinación a la histeria misma, la representación penosa contrastante, que en apariencia está inhibida, es arrancada de su asociación con el designio, y suele subsistir de forma inconsciente. Ahora, lo histérico por excelencia es que, cuando llega el caso de ejecutar el designio, esta representación constante inhibida se objetive (se realice), por vía de inervación corporal. La representación contrastante así se establece como voluntad contraria, al tiempo que el individuo es conciente de una voluntad decidida pero impotente. Quizás, al final, estos dos factores coinciden en que la representación contrastante halle el camino hacia la objetivación solo por no inhibirla un enlace no el designio del mismo modo como ella inhibe al designio.

Freud retoma el caso con el cual comienza el texto para dar explicar que, en el caso de que esta afección hubiera sido neurastenia, se habría comportado de la siguiente forma: la habría arrendado la tarea que tenía por delante, habría pensado mucho en contratiempos y peligros, y tras mucho titubear al respecto, habría puesto en práctica el amamantamiento sin mayor problema, o si hubiera prevalecido la representación contrastante, no lo hubiera hecho por no atreverse.

Por otra parte, el proceder de la histérica sería que siendo no conciente de su miedo, actuaría igual bajo el firme designio de llevarlo a cabo. Pero así se comporta como si no tuviera la voluntad de hacerlo, y ello convocaría a todos los síntomas subjetivos de los cuales Freud habló al principio. Así, por oposición a la endeblez de la voluntad de la neurastenia, se presenta una perversión de la voluntad . Freud menciona que este caso precisamente sería una histeria ocasional, en cuanto un conjunto de causas ocasionales generaron un complejo de síntomas cuyo mecanismo era histérico.

Freud daría nuevamente el ejemplo de una mujer con funcionalidad histérica de sus síntomas. Lo rescatable de este caso es acerca de lo que acontece con los designios inhibidos (la mujer tenía un tic, en donde hacia un sonido con la boca, a lo cual bajo hipnosis se sabrá que era debido a algunos episodios en donde se impuso guardar silencio), estando estos muchas veces carentes de sentido para el representar normal. Freud menciona que la alteración material se mantiene (la lengua) y se apoderan del cuerpo. Más adelante, se hablarían de los tics graves y los tics histéricos, siendo estos últimos tratables y los primeros perdurables. Para finalizar, habla de las características del tic coprolálico, y cómo este también podría responder a explicaciones psíquicas de su funcionamiento, a esta voluntad contraria.

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